Lanzado en 1995, el disco A la mierda lo demás (Asesinando al mito), de la banda de rock subterráneo Leusemia, marcó el regreso de la agrupación luego de 9 años desde su separación; creando un antes y un después en su carrera, no solo dentro del rock subterráneo, sino en la escena musical local.
Daniel F (voz y guitarra), Raúl Montañez, Montaña (bajo) y Kimba Vilis (batería), se reunieron de nuevo como Leusemia (ahora con S) para grabar este título elegido debido al hecho de que la banda trataba de asesinar el mito que giraba en torno a ellos, siguiendo la línea del punk de no considerarse estrellas.
Ya nos había comentado sobre este álbum Franco Chávez Cabrera, y esta es una segunda reseña sobre esta mítica producción discográfica nacional enviada a este webzine. Ha influenciado tanto, pero tanto al subte rockero Estebah, que más que una reseña sobre las canciones, nos cuenta una etapa de su vida:
Leusemia llegó a mi vida cuando tenía quince años y como una bomba explotó dentro de mi cabeza destrozando todo a su alrededor. Sucesos así, unos cuantos.
Por ratos era la letra, por ratos era el ritmo, por ratos era la absoluta sinrazón de mi cuerpo saltando contra las paredes, me había desarmado y vuelto armar para nunca volver a ser el mismo.
Eran años complicados, en el colegio me iba mal, las cosas en las que creía iban perdiendo credibilidad y sin buscarlo encontré un lugar donde escapar mientras intentaba resolverme.
Me enganché con el A la mierda lo demás y fue el primer disco que escuche al completo en toda mi vida. Lleno de temazos rescato algunos cuantos que en su momento se volvieron himnos: “Un lugar”, “Siete años sobre un sueño”, “Oirán tu voz”, “Por la senda del pastel”, “Eskethú el sionista que no puso más”, “La caracola subterránea”, “Al colegio no voy más”. Todas descargadas en MP3 empezaron a sonar una y otra vez a la par que iba cazando nuevas canciones, nuevas versiones, nuevos discos. El Yasijah, Moxón con “Pedro Marmaja” a todo volumen, en fin, nuevas historias.
Fue un viaje solitario, en mi salón el nombre ni sonaba, a mi novia de ese entonces poco le importaba escuchar ese “ruido” y mis viejos nunca le habían encontrado el gusto a la banda. Solo un tío pudo darme luces enseñándome una canción que guardo muy dentro de mi pero que corresponde a la carrera solista de Daniel y por lo tanto a otra historia.
Leusemia, más que una banda, fue influencia, una experiencia. Aprender cada letra, comprar mi primer polo, mi primer disco, volver a tener ganas de crear, escribir, dibujar.
El repetido “A la mierda todo” era una constante invitación a desprenderme de todas las cosas que me tenían apagado y así fueron cayendo edificios en mi camino, los amigos sin nombre en los pogos (cuando se podía) también lo entendían. Leusemia también era desahogo, cansancio y la infinidad de adjetivos que tu memoria le pueda dar. Al final la experiencia es distinta para cada uno.
Sube el volumen y agárrate a cabezazos contigo mismo hasta que el viaje te vomite. No se que te vaya a pasar pero seguro que al terminar estarás más contento.
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— Subte Rock (@subterock) November 10, 2020
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