Intrascendentes, una banda post punk peruana de colección
Photo Credit To Archivo de Jorge Thomas

Intrascendentes, una banda post punk peruana de colección

Una de las bandas de la escena del rock subterráneo de la que no se encuentra mucha información ni registros musicales es Intrascendentes, así que nos pusimos a navegar y buscar contactos, teniendo la suerte de contar con los testimonios de Jorge Thomas, miembro fundador y voz de la banda, además de facilitar las fotos de la banda en sus distintas presentaciones; y de Ricardo Ayala, “El Anti”, bajista de la primera etapa. Juntos han escrito casi la totalidad, por no decir toda, de la corta pero muy significativa vida musical de esta agrupación.

Ellos quieren que tú hagas,
lo que ellos no han podido hacer,
ellos quieren que tú tengas,
lo que no han podido tener.

Jorge Thomas: Con este párrafo, parte de la letra de “Sentimientos”, la canción más tocada y emblemática de las canciones que llegó a tener Intrascendentes, esta hoy caleta banda, se hizo medianamente conocida dentro de la movida de fines de los 80.

Corría el año 1988 y tres patas, asiduos concurrentes al mítico Hueco de Santa Beatriz y a lo que fue la fallida Bandera Negra, coincidieron en que los radicalismos musicales y las reuniones tempestuosas no eran lo suyo. Su coincidencia más con los sonidos oscuros y la honda sicodélica los puso en un nuevo camino.

Fue así que Juan Carlos López (teclados), Mario Migliori (batería) y yo, Jorge Thomas (voz), tres amigos del barrio de Santa Beatriz en Lima, decidimos formar una banda en el marco de lo que se llamó la tercera camada subterránea. Entre guitaras de palo, batería hecha con ollas y micas de radiografía, así como un teclado prestado por mi recordado papá, decidimos formar Intrascendentes, sin mayor experiencia ni conocimiento musical y más bien, muchas ganas de tocar.

Su sonido por ratos lúgubre, con voz desgarrada y teclados etéreos, y por ratos un poco más cercano al punk, pronto demandó reforzar el grupo para redondear el estilo musical. Fue así que Juan Carlos convoca a Ricardo Ayala “El Anti”, amigo de la Universidad de Lima para que se haga cargo del bajo y éste último a su vez reclutó a Carlos Zúñiga, un amigo de su barrio de Salamanca en la guitarra. Fue la primera formación de la banda.

Intrascendentes. La Casona de Barranco 01
Una imagen del debut de Intrascendentes en La Casona de Barranco. Carlos Zúñiga (guitarra), Juan Carlos López (teclados), Mario Migliori (batería), Jorge Thomas (voz) y Ricardo Ayala (bajo).

Ricardo Ayala: Año 88, un pequeño accidente universitario llamado La Trica me inquietaba, me había demorado tres intentos en ingresar y ahora estaba en la tercera y última oportunidad de quedarme. Entonces, tuve que dejar de hueviar antes que me expectoren de la universidad, una de esas mañanas en el limbo de las horas entre clases me encontré con Juan Carlos, con él había compartido aula en la academia preparatoria y habíamos ingresado juntos, aún no era mi pata pero al menos alguien conocido entre los pasillos de estudios generales, hablamos un rato y de frente fue al grano, me dijo que hace poco se había juntado con un par de puntas y estaban sacando canciones, que si quería unirme, dije que si, apunté una dirección, me explicó cómo llegar y acordamos el día, él ya empezaba a tener una pinta subte y coincidíamos en referencias musicales, no se cómo se le ocurrió que yo podía tocar, yo nunca le conté a nadie que en el último año de secundaria, antes que me botaran, formé una banda con una gente de mi salón, yo no tocaba nada, solo tenía un cuaderno lleno de letras que fraseaba y después gritaba, se llamaba Náusea, duró tres tocadas al cabo de las cuales quedé como único integrante, los demás se evaporaron.

Llegó el día de la cita y acudí, el lugar era una casona antigua y cautivadora, entre Arenales y Arequipa a la altura del estadio nacional, tuve la impresión que iríamos a un sótano pero no, atravesamos una sala de techo alto que era un museo lleno de retablos, mates burilados y toritos de pucará; subimos y nos instalamos en un cuarto, estaba Jorge el dueño de casa, pata amable y racional como un estudiante de filosofía, él era el letrista y cantante; luego estaba Mario, largo y flaco, aún no acababa secundaria y le animaba la batería; y obvio también estaba Juan Carlos que no hablaba mucho, en eso nos parecíamos. Conversamos, intercambiamos opiniones, etc., entonces me mostraron uno de los temas, en un papel yo leía la letra mientras Mario golpeaba una mesa, Juan Carlos punteaba las cuerdas graves de una guitarra de palo y Jorge cantaba a capela. No entendía qué carajos iba hacer yo, Juan Carlos que era el único con formación musical me propone que yo toque el bajo para que él pueda pasar a los teclados, la banda ya tenía nombre se llamaba Intrascendentes y desde esa tarde yo, sin saber tocar un pincho, ya era el bajista.

Tenía muy fresca la experiencia trunca de mi banda del colegio, pero aquí la diferencia era palpable, estos patas si estaban dispuestos a intentarlo, entonces ir a los ensayos es algo que hice casi como un devoto.

Al principio una olla vieja cubierta con una placa radiográfica era la batería, sonaba chistoso y se desarmaba en medio de cada canción, un día Mario apareció con una batería de verdad, su viejo apodado el Charro Méndez (era cantante mariachi) decidió hacerle ese regalaso, tuvimos que mudarnos del cuarto de Jorge hacia el techo, allí un espacio amplio de material prefabricado y vacío, fue generosamente cedido a los jóvenes Intrascendentes.

La batería, pequeño producto nacional de los 80s de plaza 2 de mayo, se instaló en ese cuarto creo que para siempre, obviamente Mario comenzó a sonar más que el resto, no había manera de bajarle el volumen, así que Jorge también apareció un día con un micrófono que tenía su propio parlante (como los que usan los jaladores de las tiendas), supongo que el apoyo vino de su papá, quien además de acogernos en casa, cedernos el techo, también nos prestaba su teclado y el equipo donde escuchaba música para que lo usáramos de amplificador; parte del rito de los ensayos al principio, fue desconectar las cosas que nos prestaba, subirlas al cuarto y volverlas a conectar, al terminar la sesión, devolverlas de donde las tomamos.

Recuerdo haber oído al Charro Méndez darle tips de cantante a nuestro vocalista y así mismo, al viejo de Jorge compartiendo algo de jazz en el teclado con Juan Carlos, esos señores carajo, unos tipasos que se hacían querer.

En poco tiempo la banda había improvisado una infraestructura decente en un espacio libre para hacer bulla sin que nadie joda, teclado voz y batería comenzaban a cuadrar, el único que no sonaba era yo porque tocaba con una guitarra de palo, “que chucha” -pensaba – “mejor así, porque no tengo idea de lo que estoy haciendo”, el problema para mí llegó cuando Juan Carlos compró un bajo fabricado por un pata de la banda y vecino de ese barrio llamado Nando el Cardenal, ahí si tuve que aprender obligado el do-re-mi.

La casa de Jorge era  grande, en el primer piso funcionaba el museo de su viejo, en el segundo vivía la familia y en el techo nos encerrábamos nosotros cuatro, aunque teníamos ese espacio maravilloso y estábamos haciendo lo que queríamos, hubo una época en la que cada uno de nosotros existía con su propia nube gris, llegábamos, nos conectábamos, repasábamos los temas; corrigiendo, proponiendo, pero todo con un aire de velorio y humo de puchos, cada uno chapaba su rincón y se sumía en su propio hueco, no obstante, la lista de temas se amplió y nuestra amistad también, de tanto tocar y tocar la música comenzó a existir de verdad, era como conectarse a una manguerita que nos hacía la transfusión, y de pronto alguien rompía esas tinieblas y decía: estas “oscurillo poserillo”,  y la risa brotaba. Ese cuarto en el techo fue por un tiempo una especie de asilo para cuatro jóvenes.

Un día los tres me propusieron una versión de un tema de mi ex banda, Juan Carlos le puso un teclado medio psicodélico y ese detalle le dio otra personalidad. Otra tarde entre tocadas, mientras abrimos las puertas y ventana para airearnos, nos dimos cuenta que justo al frente nuestro, en el quinto piso de un edificio había un salón de clases, y unas flacas nos hacían kekos desde sus carpetas, eso es lo mas cercano a rockstar que me he sentido.

La banda comenzó a tener amigos que caían antes, durante o después de los ensayos, también comenzamos a quedarnos mas rato, un trago era siempre buena excusa, nos pusimos apodos: KK, Chankro, Pedo y Menstruación. Unas chapas para jodernos y cagarnos de risa cuando alguno de nosotros se la quería dar de muy subte.

Sábado buscábamos plan, o ir a un tono, o a un concierto, o a la No Helden que quedaba a 5 cuadras pero que en esa época ya estaba en muere, un día llegamos a la puerta que daba para Wilson y adentro había un tono pachanga, creo que entramos y salimos al toque.

No sé de dónde, pero de pronto apareció una guitarra eléctrica marca Sruyz color azul chichero y se instaló en un rinconcito, como reclamando algo mientras tocábamos.

Yo tenía (tengo) un patasa poseedor de la cualidad de aparecer y desaparecer, él tocaba guitarra en mi banda Náusea y dio la casualidad que en ese momento, se puso en modo “aparecer”, fue a buscarme a casa, le conté de los Intrascendentes y lo llevé a la casa-museo, lo presenté, se colgó la guitarra chichera y desde ese momento los temas que teníamos comenzaron a definirse, con trabajo de todos terminamos de ensamblar una propuesta, el resultado era algo que había madurado dentro de nuestras posibilidades y humildemente pensábamos que había llegado la hora de subir a escena.

Intrascendentes. La Casona 02

Otra imagen de lo que fue el debut oficial (1989) de Intrascendentes en La Casona de Barranco.

Jorge Thomas: Con el grupo completo debutamos recién en 1989, ya que en aquella época no había mucho espacio para bandas que recién empezaban, pues el público no estaba muy acostumbrado a las propuestas con nuevos rostros. Fue así que organizamos nuestro propio debut en la recordada La Casona de Barranco.

Luego comenzaron las tocadas en universidades y nuevamente la Casona de Barranco. Cuando parecían que las cosas mejoraban, fuimos invitados a un mega concierto en una, casi tomada por Sendero, ciudad de Huaraz anunciado para el 21 de julio de 1989. La banda llegó incompleta al Festival y fue suspendida su participación por la falta de fluido eléctrico, priorizando la participación de las bandas más conocidas en aquel entonces. Aunque sin guitara, logramos tocar en un par de discotecas y una feria artesanal causando una muy buena impresión por el sonido compacto y diferente por esos lares.

Intrascendentes. Huaraz 02
Juan Carlos López, Ricardo Ayala, Mario Migliori y Jorge Thomas, los 4 miembros de Intrascendentes que viajaron a Huaraz. Se quedó en Lima Carlos Zúñiga.

Ricardo Ayala: Ignoro cómo Jorge consiguió que nos incluyan en el cartel de un concierto en Huaraz, y de pronto estábamos en un bus yéndonos pero sin guitarrista, allí también iban más bandas contratados para el miso evento, un par de bandas de metaleros de pintas glam con pelos largos y bandanas, el famoso Chachi Lujan rodeado de sus invitados y de sus músicos, un grupo más de covers, y nosotros que nos replegamos en los asientos del fondo, yo escuché que nos habían puesto de chapa los buitres, me imagino que cuatro huevones de ánimos negros y ropa de luto como nosotros, desencajábamos con la colorida alharaca que armaron en el trayecto.

Una noche antes del evento hubo apagón en varias zonas de Huaraz, eran los terrucos de mierda y sus explosiones jodiendo como de costumbre. Nos cancelaron del evento y nos dieron boletos de regreso a Lima, en un instante, decidimos ir a la agencia y cambiar la fecha para una semana después, nunca alquilamos un hotel, dormíamos en la calle o en donde podíamos y llegamos a tocar en tres sitios, uno de esos era como la No Helden de Huaraz, los últimos días ya no teníamos ni para comer, pero unas chicas nos salvaron.

Intrascendentes. Huaraz 03
Otra imagen para el recuerdo de Intrascendentes en Huaraz, ciudad del valle Callejón de Huaylas en el norte de Perú.
Intrascendentes. Huaraz 01
Un momento de relajo (¿o soroche?) en Huaraz durante su visita a la ciudad ubicada a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar.

Jorge Thomas: Ya en Lima y por diversas razones, tanto ideológicas como musicales, el grupo se divide, manteniéndonos los tres fundadores e invitando a participar de la nueva formación a Carlos “Pelo” Paredes y a un juvenil Renato Chávez. Esta fue la formación definitiva.

A fines de 1989, participamos en el Rock de los 90, un súper concierto para recibir la nueva década. Desde aquí las invitaciones no pararon. Una nota publicada en la sección Mundo Joven del diario El Comercio, nos terminó de catapultar como una banda muy promisoria.

Ricardo Ayala: De nuevo en Lima y otra vez gracias a la gestión de Jorge que hizo contactos, logró conseguir una fecha para que toquemos en un local barranquino llamado La Casona, era como nuestra presentación oficial y ahí si tocamos completos, había pasado poco menos de año y medio desde que me uní a la banda.

Tuve otro accidente, esta vez no fue académico, fue emocional, me perforaron el corazón de tal manera que quedé vulnerable, y como suele suceder cada vez que hay alguien al filo del abismo, apareció dios por medio de sus promotores, entonces me comí el cuento de la salvación, y decidí dejar la banda, por suerte ellos consiguieron reemplazo de inmediato y continuaron tocando por un tiempo más.

Intrascendentes. Concierto CC Magia
Afiche del concierto “Cultura… Cuál”, realizado en Magia, Centro de Arte y Cultura el 26 de agosto de 1989, donde formo parte Intrascendentes.

Jorge Thomas: Llegó el momento de grabar la maqueta, había una propuesta de una disquera comercial y se necesitaba material grabado, pero ésta nunca se concretó a pesar de tener los estudios con casi todas las pistas listas. La decepción y la mala situación del país obligó a dos de sus integrantes fundadores a abandonar el país, lo que terminó por cerrar el ciclo de vida de la banda.

Ricardo Ayala: Yo me interné en un dogma para salvarme, allí intenté seguir con la música, pero era difícil congeniar, mucha gente distinta, adictos y golpeados de la vida, era como un claustro de rehab en donde cerré la década de los 80. Cuando salí de eso y pensé en buscar a los Intrascendentes, dos de ellos habían fugado fuera del Perú y le perdí el rastro al único que quedó en Lima.

Intrascendentes. Afiche Rock en La Cabaña
Afiche del concierto “Rock en La Cabaña” (mayo 1990), con la presencia de las bandas de rock subterráneo Crimentales, Intrascendentes, Héroe Inocente, Elos Aún Viven, Luxuria, Eutanasia, Lima 13, Los Musikos y Voz Propia.

Jorge Thomas: Son de especial recordación nuestros conciertos en Matute junto al grupo Del Pueblo, en el el Concierto Rock en La Cabaña de Mayo de 1990 junto a varios de los grupos pilares de la movida de la época, como Crimentales, Héroe Inocente, Eutanasia, Lima 13, Los Músikos, La Banda del Kadalzo, Ellos Aún Viven y Combustible, entre otras, en donde interpretaron las canciones “Costumbres” y “Sentimientos”; y en la Escuela Nacional de Bellas Artes junto a Voz Propia y Pabellón 11.

Intrascendentes. Concierto en Matute 01
Intrascendentes en un concierto realizado en Matute, producido por Piero Bustos. En la fotografía, Jorge Thomas junto a Carlos “Pelo” Paredes y Renato Chávez.
Intrascendentes. Concierto en Matute 02
Esta presentación de la banda contó con un hecho curioso: la presencia de Ernesto Heidersdorf, “El Topo”, en la batería, como músico de apoyo.

Jorge Thomas: Hay que mencionar también que el cariño por esta banda creció entre sus contemporáneos porque apoyaron incondicionalmente en la Casa Museo Thomas, su bastión, a bandas que también empezaban como ellos y que no tenían recursos para alquilar salas de ensayo. Por allí desfilaron más de una docena de grupos nuevo e incluso algunos consagrados, pero esa es otra historia que algún momento valdría la pena contar.


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Comunicador Social dedicado a Internet y las Redes Sociales. Fundador y Administrador de Subte Rock. Creador del weblog Expediente Cine. Colaborador en webzines de rock y cine. Fan acérrimo de Batman y de la música post punk.

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