Mientras en la vieja ciudad se desataba una noche de procesión y lluvias, parte de esta se sumergía en las instalaciones de un viejo edificio, empapados de una música que los arrastraba a un mundo subterráneo. Es así como, luego de un gran silencio total, Delirios Krónicos, la banda de culto reaparecía después de 27 años para presentarse en la segunda fecha del festival Lima PopFest y posteriormente en dos presentaciones más.
La banda subterránea que se desintegró al poco tiempo de grabar su maqueta, volvía con la integración de Cristina Barreno de Paz y la ausencia de su cantante original, Lili Kroni. Sin embargo esto no significó problema mayor para los delirantes, quienes supieron desenvolverse al distribuirse las canciones entre ellos y sus cantantes invitadas, cautivando tanto al público de la vieja escuela, así como también a los nuevos oyentes.
“Épocas futuras son las de ahora” grita una de sus canciones, seduciendo la razón, pues, parece ser cantada desde el pasado al presente. Y es que los Delirios Krónicos volvieron, más sofisticados, pero con la misma energía inclasificable que los caracterizó; siendo esta la que permitió asegurar la alucinación, pues la banda lograba articularse con todas las agrupaciones amigas que acompañaron cada una de las presentaciones, como fueron Kimba Vilis Van, Sin Kura, El Hombre Misterioso y Moldes.
Este sonido melancólico, durante la última presentación, con el pasar de los acordes se hacía cada vez más fuerte en la encendida voz del sumergido público, pues, no se sabía si la banda que tanto tiempo se esperó volvería o no. Sin embargo, en medio de la ausencia se revelaba una grata sorpresa: la banda tocaría una cuarta fecha, en la cual participaría la cantante original. Es en esta fecha en donde el misticismo cobró vida con ayuda de la gran cantidad de bandas que tocaron desde rock progresivo hasta poesía acompañada de sintetizadores y procesadores.
El repertorio de los delirantes siempre estuvo compuesto por sus clásicas canciones, demostrando en cada una de ellas, que en las casi tres décadas ausentes sus melodías permanecieron intactas en las memorias de sus más acérrimos oyentes. Mientras que los primeros acordes de Delirios Krónicos comenzaban a sonar, la escasa luz se volvía cómplice de esas seis siluetas que nos hacían caer en la más abismal ilusión, envolviéndonos con aquella danza ondulante capaz de embarcarnos a un viaje a través de nosotros mismos, pues, es con bandas como esta que los momentos pueden llegar a convertirse en máquinas capaces de conectar dimensiones, épocas, sentimientos, etc.
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— Subte Rock (@subterock) February 28, 2015
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