Días Negros: Un cachetadón musical tras otro. Por Juan Carlos Macuri
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Días Negros: Un cachetadón musical tras otro. Por Juan Carlos Macuri

Seguimos con las reseñas de los subte rockeros con los discos que han marcado su vida, y hoy es turno de Juan Carlos Macuri con Días Negros (2005) de la banda peruana Cuchillazo, siendo una segunda reseña (gracias Hansel Vargas Córdova) que publicamos sobre esta banda fundada en Lima en 2002 por Nicolás Duarte en la guitarra y voz, Capi Baigorria en la batería y voz y Rafael Otero en el bajo.

Este trío de rock se caracteriza por no comulgar con un estilo o sub género del rock en especial (le entran a todo), por realizar presentaciones muy enérgicas, por llamar a sus seguidores como “Bestias” y haber producido, grabado y mezclado ellos mismos sus hasta ahora siete discos (autogestión al mango).

Días Negros. Cuchillazo. Rock Peruano
Cuchillazo en la actualidad. Febrero 2020, antes de la pandemia: Nicolás Duarte (guitarra y voz), Capi Baigorria (batería y voz) y Rafael Otero (bajo).

Año 2005: época de colegio. La televisión nacional representaba nada a los pasatiempos que forjaba mi adolescencia, entre ellos, la música. Éramos fieles a TV Rock conducido por Peñaloza, el tandem OK TV & Uranio 15 y MTV (cuando visitábamos a familiares).

En Canal 2, se estrenaba la serie Misterio. Algo nos atraía al margen de las imágenes de la serie. La agresividad de una canción que no se escuchaba en televisión nacional nos dejaba interrogantes. ¿Qué canción es ésa? Era “La Máquina” de Cuchillazo. Fue el gancho que necesitábamos.

¿A dónde dirigirse? Eran los últimos años maravillosos de calle Quilca. Preguntábamos en varios stands si vendían discos de Cuchillazo. No importaba si fueran piratas. Íbamos con todo. No recordamos a ciencia exacta cuál era el puesto exacto. Ni modo, pues ya no existe más el Boulevard Quilca.

Adquirimos el CD Días Negros. Corríamos apurados a nuestra casa para saborear cada acorde y cada golpe de batería. Eran épocas del uso exclusivo de lectoras de discos compactos. El álbum empezaba sin ambages: en una. Era contundente como aquella portada en rojo y negro. El tema de aquella serie televisiva presagiaba toda la descarga rockera.

Seguía “Placa”, “Granjero Infame”, “Tapla”, etc. Un cachetadón musical tras otro. Al llegar a “Y?” estábamos exhaustos. Aquel camino tortuoso de desfogue emocional resultaba más que suficiente. Debemos reconocer que los temas no difieren significativamente entre sí. Es de aquellas obras en las que si gusta, a morir, el estilo del sencillo de promoción, el álbum caerá por su propio peso. Eran varias las bandas peruanas que escuchábamos. Ni qué decir de las extranjeras.

Días Negros fue como un punto de apertura para investigar qué había en el rock peruano. Recordemos que en aquel entonces estaba en boga el pop-punk, a.k.a. chiquipunk, dentro de la escena rock en Lima. Al margen de su trascendencia artística, nunca fuimos partidarios por ése sonido. Con Días Negros supimos que había algo más.

Al pasar de los años la experiencia nos distancia racionalmente de este disco, no así. a nivel de las emociones. El disco ha envejecido bien a pesar de su “minimalismo”. A juicio personal, es un clásico de las músicas peruanas como podría ser el de cualquier banda extranjera. Conclusión: es un punto de referencia del “pop” peruano.


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Comunicador Social dedicado a Internet y las Redes Sociales. Fundador y Administrador de Subte Rock. Creador del weblog Expediente Cine. Colaborador en webzines de rock y cine. Fan acérrimo de Batman y de la música post punk.

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