Se nos fue el Jipi Javier. QEPD
Photo Credit To Facebook de Primo Mujica

Se nos fue el Jipi Javier. QEPD

Conocí al Jipi Javier a mediados de los ochenta, en la plazuela Buenos Aires de Barrios Altos. La gente del lugar había organizado un concierto con diferentes bandas subterráneas e incluído una orquesta de salsa. Esa noche tocaba Sociedad de Mierda (S de M). Y yo me había escapado del colegio para escuchar en vivo a unos amigos que tocaban por primera vez en público. Mientras afinaban los instrumentos me dí una vuelta por la pileta y ahí estaba un flaco con el pelo caído, con una camisa floreada y pantalón marrón en forma de campana con unos macarios de taco alto. Y estaba con una guitarra de palo tocando no sé qué canción.

La cuestión fue que me acerqué y el flaco amablemente me dijo que se llamaba Javier y que había venido a apoyar a unos amigos. Conversamos largo rato sobre rock. En realidad, él se mandó un rollo sobre el rock clásico y la nueva horneada de roqueros, los subtes, los punks y la coyuntura política. Y así estuvimos largo rato hasta que otros muchachos se acercaron y el flaco, que después supe se llamaba el Jipi Javier, nos dijo que fuéramos hacia adelante porque tocaban los S de M y había que hacerle barra ya que había una gran mancha de salseros que reclamaban por lo suyo.

El Jipi Javier levantaba la guitarra de palo en la mano y hacía vivas a la música. En realidad lo suyo eran más la gente del sesenta, Iron Butterfly, Led Zepellin, Black Sabbath, los Beatles o King Crimson, etc., pero también era un gran conocedor de la música en general, muchos han dicho que era un erudito, y yo le voy a dar credibilidad a eso. (Otro gran conocedor es el “Pulpo”, Hugo Zavala, incluso más de los que se han atrevido a publicar libros sobre rock en nuestro medio).

Muchos años después lo volví a ver en la primera cuadra del jirón Quilca, en unos stand de triplay que la municipalidad había colocado en la calle que desemboca a la plaza san Martín. Ahí volvimos a conversar largo y tendido sobre rock y contracultura; y se acordaba perfectamente de esa célebre noche subte frente al cine Conde de Lemos y la quinta San José de Barrios Altos. Esta vez, la gente ya no lo llamaba Jipi Javier, sino “Pelícano” o “La Mosca” y lo conocían más como un vendedor que como un conocedor no solo de rock sino de poesía y otras artes. Muchos poetas de esos años le dejaban sus primeros libros para que los vendiera y aconsejara. Y aunque él demoraba en pagar, igual cumplía con ser faja de transmisión de los literatos del centro de Lima. Y también de los roqueros que le dejaban sus primeras producciones en formato cassette.

Luego del desalojo de libreros callejeros hecho por Andrade, el Jipi Javier pasó a los libreros del Boulevar Quilca 263 donde ya, más conocido, y como socio del librero Pedro Ponce (o eso es lo que él nos decía), aconsejaba y analizaba tendencias musicales, opinaba sobre arte en general y, curiosamente, también sobre moda.

Cuando se dio el programa D’Generación en canal 27 UHF, en 1997 (que tuve el honor de dirigir en su última etapa), el Jipi Javier fue uno de nuestros auspiciadores; nos proveía de música caleta, nos aconsejaba “cortinas” para el programa, e incluso nos señalaba qué grupos de rock subterráneo entrevistar o nos contaba qué artista estaba haciendo un trabajo destacado.

Antes de que cerraran el Boulevar Quilca, el Jipi Javier había desaparecido, la gente preguntaba por él, pero nadie daba razón.

Una noche, hace poco más de un año, en una presentación del fanzine Los Poetas del Asfalto, que dirige el buen Richie Lakra y el Primo Mujica, apareció el Jipi Javier, estaba muy demacrado y cuando la gente le acercaba el vaso para brindar, decía que no podía. Nunca dijo que estaba enfermo o que padecía de algo. Siempre fue muy reservado con su vida privada. Ahí, en pleno concierto con luces psicodélicas y humo denso de cigarros, se me acercó un rato y me pidió que lo ayudara para los pasajes. Le dí todo lo que tenía en los bolsillos y él me dio su fono para una posible entrevista, me dijo que no dejara de llamarlo. Esa fue la última vez que lo vi. Su número telefónico lo extravié. Nunca nos comunicamos. Antes de que desapareciera en la noche nos tomamos una foto y la gran Katalina Rosaforte le dio un beso. Y esta es la foto que aparece aquí.

jipi javier
Rodolfo Ybarra, Hippie Javier y Catalina Rosaforte

Hasta siempre, gran hermano, Jipi Javier, gracias por todas las enseñanzas y por todo ese tiempo dedicado a los jóvenes. Seguro más tarde nos veremos en algún concierto o alrededor de una grabadora o tornamesa y la conversa continuará, como siempre, hasta el amanecer.

Ahora la función debe continuar.


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About The Author

Rodolfo Ybarra

Escritor. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Dirigió un programa de televisión de contracultura y política, y ha editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música.

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