En la historia del rock, vieja es la dicotomía entre el espíritu y la disciplina. Allí están en el primer apartado el Club de los 27, o las tantas bandas de espíritu punk (desde los Sex Pistols hasta los malogradísimos Dead Boys) pasando hasta por la inocencia de Tanguito.
La otra vereda tiene a los sobrevivientes y en ambos bandos hay claros ejemplos de reconocimiento póstumo a la obra y los artistas, que es lo que realmente termina por posicionar la música, su perpetuidad en el tiempo. Y esto es lo que Ricardo Ayala ha tratado de ejemplificar en su corto BiUTIFUL PUTA FORTUNA.
La tradición del corto en estas tierras tiene ejemplos logradísimos como la saga de Cuentos Inmorales (donde sobresalen los amigos de Lombardi) y tiene sus propios ritmos. Las resoluciones no siempre son definitivas y en muchos casos terminan siendo parte de un proyecto mucho más largo (Not Quite My Tempo terminó siendo la genial Whiplash).
En ese sentido, BiUTIFUL tiene como aciertos, sus correctos planos, su médula en los diálogos del bar y su cuadre perfecto de la escena de la resolución. Magán está actuando de sí mismo, y más allá de su empatía ante la cámara, derrapa un tanto en el manejo de diálogos. Aun así, el rollo de la pasión por el rock y la actitud, la reprenda contra el deseo de mayor prolijidad y responsabilidad de su compañero, y las ácidas confrontaciones contra la actitud gerencial de su par son lo más logrado.
El primer plano (la espera frente al hospital), nos parece prescindible porque no acentúa en nada el carácter del Boui. Y no podemos dejar de soslayar algunas incongruencias, como la aparición de un discman, ¿se usa hoy en día?, y en contraparte un iPhone (con selfie incluido). Los extras del bar (admiradores) acentúan una ridícula atmósfera, que no sabemos si es adrede o sincera mala actuación.
Ahora, la escena del concierto, carece de punche. El blanco y negro es heredero del Control de Corbin, pero Boui, en lo que mejor debería hacer, luce pálido de espíritu hasta para bronquear. La edición le da ritmo, pero es necesario mayor desenfado si se quiere quebrar la historia con esta escena. La ironía está bien expuesta en sus transiciones, y remata bien con el plano de la avenida España y la desafiante postura de Magán.
Estamos ante un prometedor esfuerzo que requiere de paciencia para su maduración. Vale el vistazo, y ojalá germine en una producción de mayor duración.
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